martes, 22 de diciembre de 2009

Mamá, Diorio, el boxer amarillo y la mar en coche

Para las fiestas me gusta estrenar ropa. Por ahora, clásico: algo rojo para Navidad, algo blanco para el Año Nuevo.

Ayer me fui a dar un mini paseo para comprar algo. Primero por un local de ropa interior (no me gusta el otro nombre del rubro de estos comercios). Pregunté por un boxer que estaba en la vidriera. El pibe que atiende (que si no es gay tengo que llevar mi radar al taller) me dijo que era de niño (jajajaja), y yo, tratando de no parecer tan pelotudo, le dije que quería uno corto… El chico busco un poco, y terminó por mostrarme unos que me encantaron. ¡Los había de todos los colores del arco iris! Y eso no era lo mejor… lo bueno era que son más cortos de lo que esperaba, casi casi un slip, pero boxer…

-Mini boxer-, me corrigió la belleza de vendedor.

Y me llevé uno, amarillo canario. En casa me lo probé y me di cuenta que son los mismos que usa Maxi Diorio y todos los striper’s de Pin Up. Feliz.

También me compré “lo que tenía que comprar”. La prenda blanca me queda pendiente (excepto por otro boxer de ese color, que voy a estrenar también el 31 y que tenía pensado para un pantalón blanco), pero compré tres remeras, una de ellas roja con lunares de colores en el frente. Cuando me la puse se la mostré a mi mamá… y enmudeció.

-¿Qué pasa? ¿No te gusta?-; respondió que sí, dubitativamente y ante mi insistencia me dijo con timidez…

-Es un poco femenina…


Creo que con mamá nos estamos empezando a entender.


PD: En realidad no es femenina (siempre tengo la sensación de que, por este blog, me presento al mundo como Oyi Junco. Por eso aclaro); solo que… creo que mi mamá no se acostumbra a verme vestido de otro color que no sea el negro o gris.

sábado, 19 de diciembre de 2009

The misster of the eight decades

Hoy vino un cliente a la librería (sí, volví a trabajar allí... ya sé, no me digan nada), un hombre muy mayor era, con una vitalidad que no le correspondía. Dejaba de hablar sólo para respirar, y obvio… no escuchaba.
No recuerdo cómo se dio la conversación (el monólogo), acaso una mención absurda sobre Zulma Lobato y Ricardo Fort. Terminamos hablando (habló solo él) de la sin razón de que los “maricones"* (recuerden siempre que era octogenario) se casaran en el Obelisco (¿?). O en el contrasentido de que en Argentina hicieran un funeral a un boliviano (no sé a quién se refirió exactamente), o sus desdichas en New York por hablar inglés londinense (sory man) o cuando casi lo trompean en México cuando le dijo a un compadre que el ron era mejor que el tequila (aunque fuera sin querer queriendo). De todas formas nos quedamos en su “asquito” a los maricones. Me recalcó varias veces que él no era homofóbico, pero “qué necesidad de besarse en público” porque “en la dictadura esto no sucedía”, ¡ah!, pero “¡si sos tan chiquito vos!” y mirá, “ya te enojaste, porque me dijiste usted" (risas del abuelo), porque efectivamente le dije usted. Fue todo muy raro. También nos comentó, así, de la nada, que los maricones no se hacen, nacen (cosa que comparto), que no porque te violen te haces puto, dijo, y también nos contó que el novio de su hermana, allá cuando planeaba el último terodáctilo, lo violó a los cinco años…
Todo muy bizarro, como sacado de Crónica TV, porque debo sumarle su amaneradísimo tono de voz y su afectado movimiento de manos, en cuya derecha llevaba un anillo sacado del arcón de la abuela (de la suya), con piedra de cuarzo rosa en forma de huevo grande incrustada…

Por primera vez no me puse mal, incluso me divertí. Estos son los típicos manotasos de ahogado de la sociedad reprimida-represora: ya nada les queda más que lo que siempre tuvieron, argumentos sin fundamentos.



(*)...hablando de maricones y Fort:


sábado, 12 de diciembre de 2009

Inaugurado

Declaro oficialmente inaugurado mi período de extrema sensibilidad correspondiente al fin de año 2009.

Causas que me llevan a tal decisión:

  • Acabo de ver un video que publiqué hace un año y me largué a llorar.
  • Mis perros cometieron una locura, y me puse muy triste.
  • No dejo de pensar en la gente pobre, y en sus adversidades.
  • En casa no armamos el arbolito, y eso me pone mal.
  • Estoy gordo.
  • Blogger no me hace caso (¡miren lo que es la tipografía!).
  • Escribí esto.
Si dios quiere clausuro el 1ro de Enero.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Para giles

Con esto de las mini vacaciones que estoy disfrutando, al pepe todo día, tengo el sueño cambiado por dormir mucha siesta.
Hoy me levanté temprano y como zombi estuve camindo por la calle. (Extrañamente, con mis ojitos hinchados, me sentía lindo)
Escapándome de la plaza Mitre, tomé San Luis en dirección a Colón. En el piso encontré una dorada moneda de 25 centavos y con total desespero me arroje sobre ella (se nota que ando corto de plata, en especial en monedas de 25). Resultó que dicha moneda estaba adherida al piso, con cemento o símil.
-Un timo perfecto-, me dije sin querer, avergonzado, escapando a la mirada de quien me secundaba en la cuadra.

Nota: La imagen la tomé de aquí: http://billetesymonedas.blogspot.com/2007/12/nuevas-monedas-de-25-centavos.html

jueves, 10 de diciembre de 2009

Gordo

Este año me forjé una nueva excusa… cuando estoy bajo presión, nervioso, me agarra ansiedad, y como. Como de manera desordenada, voraz, a cualquier hora, cualquier cosa. Además respeto las comidas tradicionales, por lo que mi dieta por día se duplica. Lo que con mucho esfuerzo logro bajar en 2-3 meses, en menos de un mes lo subo, rindo parcial y termino gordo como antes. Al principio es gracioso porque es grasa recién adquirida que se deposita en la panza. Parezco flaco, con pancita. Lo peligroso viene cuando esa grasa empieza a buscar lugar propio en el cuerpo, y se va a aquellos lugares que ya conozco. Ahí ya deja de ser gracioso. Intento volver a la dieta, salir a caminar, pero es inútil. Me puedo morir de hambre y cuando necesito bajar de peso no lo hago. De repente viene papá con una docena y media de facturas, o queda media pizza de ayer en la heladera o alguien abre un paquete de grasa con biscochitos y chau dieta. El hambre me puede y una vez roto el régimen ¿tiene sentido continuarlo hasta el final del día? No para mí, que trato de comenzarlo al otro día, aunque sé que no lo haré.

En octubre estaba asustado. Me había ido a 75 en el invierno y tenía tres meses para bajar casi 9 kg. Desde mis tristes años en la secundaria que no tenía ese peso y lo sorprendente es que descubrí que mi cuerpo cambió, ya no me es posible volver al peso de hace un año… es como si hubiese ganado masa muscular (¿dónde estará?) o mis huesos hubiesen ganado volumen. La cuestión es que puedo “estar flaco” pero en la línea de los 70. Eso no me gusta. Yo me sentía YO con 65 kilos, y si bien es verdad que muy bien no me quedaba la ropa era un placer verme en el espejo. He de volverme a resignar y quedarme en esa línea, sin que nadie lo sepa. Además la familia no ayuda en nada. Aquellos que tuvimos problemas con nuestra imagen a causa del peso sabemos lo que se sufre. Por mi parte no creo poder librarme de la sensación de que un lugar es demasiado estrecho cuando en realidad tengo libertad para moverme cómodamente… a veces pienso en el espectáculo que debo brindar en la facultad cuando paso entre dos bancos como si fuera un hipopótamo por una puerta eléctrica. Todos me dicen “pará de bajar de peso que te vas a enfermmar” justo en el momento en el que empiezo. ¿Es que la familia no puede apoyarme en este momento? Que más quisiera que me acompañaran, incluso me cuidaran, no que me reten.

En fin, quería decir una cosa y terminé escribiendo esto. Lo publico igual.

viernes, 4 de diciembre de 2009

¿Cómo fue?

¿Cómo fue, cuándo sucedio? Toda mi lista de blogs externos masculinos es de gente ¡GAY! Fue sin querer, los fui leyendo y me gustaron, ergo creí que deberían estar en mi lista... Pensar que allá por mediados de 2008 inicié este blog (de una manera fallida, lo reconozco) con la idea de una bitácora personal, de alguien que -además- le gustaban los chicos más que las chicas, pero cuya temática sería otra, la vida misma, no la vida misma "gay". Si fue ayer que miré mis entradas y todas las que pude ver giraban sobre lo mismo (o se apoyaban en eso), y hoy, después de actualizar mi lista de blogs externos, solo una "chonch..." se hace oir entre los demás. Tampoco me voy a engañar... el nombre de este, mi espacio, habla un poco de eso, de todo aquello que finalmente es lo que parece; aquí no hubo ni hay vueltas y los distraídos son los que saben todo.
Dios... es muy difícil nadar contra la corriente, y no me puedo sacar de ensima toda esta cuestión que me atravieza de lleno, como una brochet... No sé por qué digo estas cosas (en especial lo de la brochet, que dicho sea de paso no me convence, pero bueno, lo dejo ahí). No es que reniegue en absoluto de mi estado... creo que cuando uno aprende más o menos a llevar lo que le tocó en fortuna no sólo es fácil sino que hasta resulta divertido. Antes hasta caminaba con las piernas un poco abiertas, como si las tuviera chuecas, para parecer hétero. Hoy me importa todo poco, camino como puedo (recuerdo que Sonia me decía que caminaba raro, ni mal ni bien, raro) y no me importa lo que digan los otros. He de aclarar que no soy la típica loca, porque ya me imagino la imagen que deben tener aquellos que leyeron más de un post. Cuido mi perfil, excepto cuando estoy con gente que se irrita con sólo proninciar la G de gay (¡si también es la G de Gustavo, del Gusti!); con ellos no solo no disimulo, me vuelvo histriónico. Creo que hasta por ellos, personas desagradables, me defino: gracias a toda esa poca gente hoy puedo SER. Termino acá, ya he vomitado, y ahora me siento mejor. A estudiar, por dios, que se me va la vida y Gabo no se va a querer casar conmigo (Gabo en realidad no se quiere casar conmigo, pero eso es para otra entrada).

martes, 1 de diciembre de 2009

Pormeto que me voy a casar

Prometo que me voy a casar. Antes no tenía ganas, después me agarraron un poco. Pero en vista de lo “histérica que se pone la sociedad”... con simples ánimos de irritar, me voy a casar, me voy a besar en la puerta del Civil, voy a sacarme fotos con la fachada de la catedral de fondo... y en la fiesta, vestido con traje color champagne y descalzo (igual que mi prometido, como si fueramos bebes gemelos), vamos a tirar dos ramos de novio. Juro que me voy a casar, aunque mi novio no me quiera para eso.

PD: SE VAN TODOS A LA PUTA QUE LOS PARIO (en especial la jueza Marta Gómez Alsina), son todos hombres y mujeres tristes, y nunca serán mejores.

Apéndice. Sigo caliente. Y acabo de encontrar esto en el diario de hoy, pp 15 (http://criticadigital.com.ar/tapaedicion/diarioentero634web.pdf):

"
Que se casen con una mujer

Opinión

Eduardo Sambrizzi*

Estoy de acuerdo con la suspensión del matrimonio entre dos hombres, ya que el Código Civil establece que el matrimonio debe ser celebrado entre un hombre y una mujer, lo que, por otra parte, resulta del orden natural. Esto no es una cuestión de carácter religioso, como pareció entender el jefe de Gobierno Mauricio Macri, puesto que se trata del matrimonio civil. El fallo que permitía el casamiento entre dos hombres fue dictado por una jueza incompetente para resolver ese tipo de cuestiones, que en la ciudad de Buenos Aires deben ser resueltas por el fuero Nacional en lo Civil. La unión de dos personas del mismo sexo no constituye un matrimonio, y aun cuando se entendiera que ello es una discriminación, la misma no sería arbitraria o injusta, como tampoco lo es la prohibición del matrimonio entre hermanos, o entre un padre o una madre y un hijo. Nada impide a los homosexuales casarse, pero siempre que sea con otra persona del sexo opuesto, lo que también comprende a los heterosexuales.

* Vicepresidente de la Corporación de abogados católicos.

PD: Eduardo: seguí metiendote el cirio en el culo, que tanto te gusta.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Mi primera Playboy

Hoy es uno de esos días en los que siento que “una fiesta sería dormir 25 años las siesta”. Estoy mal, muy mal. La razón… me da vergüenza decirla; porque si busco los motivos reales me vuelvo más culpable. De nada sirve auto-castigarme ahora… eso me alejaría aún más de la posibilidad de reparar mi error, si existe tal posibilidad. En fin. Recuerdo que muchas veces dije que “ahora que soy feliz” extrañaba aquellos momentos de tristeza y deliciosa melancolía, que tanto alimentaban mi espíritu. Era tanto mi “alimento” que escribía, sin razón, sin rumbo, a nadie y a todos. Y eso me reconfortaba. Pues bien, hoy estoy mal, y no me gusta estar así. Ergo, voy a tratar de reconfortarme. Escribiendo. Que lo hago mal, pero es lo mejor que sé hacer.

En noviembre saldría un número especial de la revista Playboy, en cuya portada encontraríamos a Marsh Simpson, la mujer de los dibujos más famosos de la tele...
Saben ustedes que Playboy es una revista legendaria, dedicada principalmente a hombres, cuyo mayor propósito es plasmar en imágenes a las mujeres más bellas-codiciadas del momento, sin ropa. Es así que por sus hojas pasaron… no sé, debo ser gay porque realmente no sé quiénes estuvieron presentes.
Pues bien, después de ardua negociación, los responsables de The Simpson accedieron a que la madre de Barth, Liza y Maggie posara para la revista de desnudos femeninos.
Edición histórica, sin dudas. ¿Perderme la posibilidad de atesorar un ejemplar de colección, por más que cuyo tradicional contenido no sea de todo mi interés? Añadiría mi nueva revista a otras… como algunas Todo es Historia (que solo a mi gremio puede interesar), una edición especial del Gráfico cuando Argentina salió campeona del mundial de futbol ’86, y otras pocas.
Pero no les voy a negar que me seducía la idea de ver qué tenía esa revista. Mujeres desnudas, ya sé, pero algo más habría. ¡No puede tener una revista sólo mujeres al natural y ser un ícono planetario de la humanidad!
O quizás sí…
El domingo fui a comprar el diario, y vi que el diariero tenía la Playboy que quería. No sabía si comprarla, todo había sido sólo una expresión de deseo. Hasta que la vi ahí, mirándome. No tenía más plata encima que la del diario, y una moneda más. Así que me decidí y le dije al señor diariero si podía reservarla con esa moneda… Jajaja, que habrá pensado no sé. La cuestión es que como soy cliente me dijo que me la guardaría, así sin más, hasta que volviera. Y volví. Y me la llevé. La guardé en mi mochila. Por lo general llevó como trofeo en las manos cualquier revista o libro recién adquirido, pero no quería que en esta oportunidad alguien del barrio me viera llegar con eso, aunque la tapa tuviera un dibujo. En fin, cuando llegué a casa me encerré en la pieza para “comerme” la revista, cual adolescente hétero. Y me la acabé en 2 minutos. Sí, 2 minutos; el tiempo que me llevó descubrir la basura en la que había gastado 13 pesos. Una revista que de Marsh Simpson no tenía nada. En realidad, lo que me decepcionó fue confirmar que es una publicación de imágenes, nada más, sin palabras, nada. Algunas entrevistas, y la revista se acabó, se consumió en cantidades exageradas de publicidades dedicadas al consumo suntuario (por ejemplo, chico de mi edad modelando un reloj de ¡5.500!, ¡¡DÓLARES!!), algunas comparaciones absurdas entre el mundo Simpson y el mundo argentino, una doña nadie mostrando una vagina infantil en una página doble, unas fotos de conejitas griegas (algunas parecían caballos, ni siquiera yeguas), y ya está, nada más. No sé qué pretendía encontrar, pero me decepcioné en forma. Últimamente digo más que he dejado de ser gay, más allá de mi decisión de estar con un hombre. Porque creo que me gustan las mujeres, aunque más no sea para admirar su naturaleza. Me retracto, soy rematadamente gay: no entiendo que tiene de interesante Playboy.

PD: Yo sé que Rubén lee siempre mis post's. Me lo aclaró. Rubén: hoy estuve con Sonia y me dijo que su padre la llamó al trabajo para avisarle que la habías llamado. Estamos al tanto de que, por lo menos a esa hora, estabas a punto de convertirte en papá. No dejes de contarnos nada, de este lado del mundo estamos ansiosos. Fortuna.


Nota: la imagen que aparece en este post fue tomada de aquí:
http://www.blogperfumerias.com/2008/03/03/coty-y-playboy-comunican-el-acuerdo-de-licencia-para-una-fragancia/

viernes, 13 de noviembre de 2009

Yo me quiero casar, y Ud?

No tengo tiempo para escribir. No tengo tiempo para andar navegando. No tengo tiempo para nada. Los parciales me están haciendo lenta y dolorosamente el amor, sin mi consentimiento. Igual, a veces, escribo. Igual, más seguido, navego. Y me tomo un tiempito para varias cosas más. Sino ya hubiese largado todo. Es así que no podía dejar pasar este día sin comentar lo siguiente.

Acabo de bajar mi edición on line de Crítica Digital y me encuentro con un pequeño cuadrito en la portada que dice: “Alex y José ya pueden casarse”. Fui a la página 17, y me enteré de la nueva. Una apelación histórica permite que por primera vez en Latinoamérica dos personas del mismo sexo se unan civilmente, como Dios manda. Fue en la parasitaria ciudad de Buenos Aires, hoy. La ciudad tiene 5 días para apelar, pero el ultraderechista jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, dijo que no apelará. Es más, hará público su apoyo a los casamientos homosexuales hoy, ¡POR FACEBOOK! (al mejor estilo pro), en clara oposición a la Iglesia (raro, ¿no?) y a la política kirchnerista, que este mes se negó a dar quórum en la Legislatura Nacional que trataría el tema de los putos. Es verdad que este mes, también, Reina Cristina visitará al papa nazi en el Vaticano. Pero no importa Cristina, esas cosas no se hacen (creo que esta no te la voy a perdonar).
Y ustedes se preguntarán por qué estoy contento. Si quieren la respuesta rápida acá les va: por rebelde. La otra es más larga:

Siempre me pareció una locura lo de casarse. Que un chico y una chica se casasen, descabellado; que un chico se casase con otro, antinatural.
Una vez, cenando con mis amigas, con la mesa repleta, alguien me dijo: “¡NO TE SIENTES EN LA ESQUINA DE LA MESA PORQUE SI NO NO TE VAS A CASAR!”. Obvio que me senté allí, a pesar de que me hicieron lugar en otro costado. Lo de casarse era para mí ya de otra época. Imaginen que mi abuela materna se casó a los 17, mi abuela paterna de apuro, mi mamá… para dejar de ser virgen (ni siquiera hablo de celebraciones que no incluyen amor). Siempre siguiendo un mandato social que beneficiaba a otros, a gente que entendía muy bien que ni era necesario casarse.
Pero el tiempo pasa, y uno crece. Después de un año y medio de amor con Gabo, de saber que cada día esta más cerca de ser ingeniero, de pensar que todas sus ambiciones materiales posiblemente las haga realidad… no dejo de pensar en los derechos sociales que me puede dar. Jeje, esto es lo que le digo a todos, y no me importa que me crean. Realmente pienso en lo importante que es poder decir ¡TENGO DERECHO! A veces saboreo la imagen de la cara constreñida de alguna vieja frígida que me mira. Esas cosas me enervan, me ponen filoso, y soy capaz de contenerme para decir palabras elegantes, las mejores, acordes a la situación:

Escena # (enero 2009):
Atardecer. Farmacia. Gustavo hace la cola para retirar su compra. Suena su celular. Es su pareja, Gabriel, para decirle que lo detuvo la policía.
Gustavo: Hola. Qué pasó. ¡No! ¡Decile que no tenés documento! ¡No! Bueno…, ahora voy.
Gustavo guarda con nerviosismo su celular. La cajera pregunta asustada si todo está bien.
Gustavo (afligido, preocupado): No. Acaban de detener a mi novio.
La cajera se queda perpleja. Lo suficiente como para retroceder, como si el cliente tuviera Gripe A (que en esa época no existía).
Gustavo (haciéndose el distraído): Gracias, chau.
Y Gustavo sale casi corriendo.
Antes de cerrar la puerta de la Farmacia escucha a la vieja constreñida que lo secundaba en la cola, comentándole a la cajera:
Vieja constreñida: Y… cada vez hay más desviados.

No dije palabra. Simplemente me fui. Me dolió, no lo voy a negar. Y ahora que lo pienso, no sé si hubiérale dado una respuesta con palabras elegantes, tal como dije. En fin. Cada vez tengo más a flor de piel el sentimiento de provocar las cosas feas, básicas e instintivas que la gente lleva dentro. Me gusta demostrarles que no son mejores que yo; que con esos sentimientos desesperados, yo los supero en mucho. Sépanlo, algún día me voy a casar. Y me va a encantar (verles la cara).

PD: la foto del besito de Alex y José la tomé prestada de la edición on line del diario citada, pp17.

Apostilla: no sé de quien será la culpa, si del periodista o del gay que se casa... pero ¿esto era necesario?: "'Alex me llamó y me dijo que ponga sonriza de hombre casado. Entendí todo y me puse a llorar', contó José".

miércoles, 14 de octubre de 2009

Gisele tiene un hijo

Ya saben ustedes que dos veces estuve enamorando. La última de mi novio Gabriel. La primera de Giselle.

A Giselle la conocí por chat cuando tenía 18 años. Nunca terminé de enterarme cosas de ella.

Era la época en la que yo chateaba con mujeres. O me ponía al lado de la pantalla de mis amigas y le seleccionaba los nicks de chicos que realmente a mi me hubiese gustado tratar. Chateábamos mucho.

Ese día yo estaba solo. Había salido de la facultad de Derecho y me fui a un cyber. Estaba aburrido. Después de una hora la encontré bajo valla a saber qué nombre. Hablamos un poquito. Le pasé mi mail y le dije que me iba, que tenía muchas ganas de hacer pis; eso fue lo que le dije. Me pidió que no, que me quede un rato más. Y me quedé, mucho tiempo me quedé.

Nos fuimos conociendo. Ella era una de las primeras personas que se interesaban en mí. Yo no tenía experiencia con mujeres ni hombres, en nada (sí, un boludo total con pelos en las piernas). Me pasó el teléfono de su casa cuando aún no todos tenían celular. Nos pasábamos horas hablando. Hasta que me pidió que nos viéramos cara a cara. Ni siquiera una foto teníamos del otro. Después de meses de dar vueltas accedí.

Nos vimos por primera vez en la Plazoleta Jorge Luis Borges, de acá, Mar del Plata. Excepto la última vez, siempre nos encontramos en el mismo lugar.

Esa primera vez no me cayó bien. Sentí con indiferencia su saludo. Tenía una gorra y anteojos de sol. Yo estaba expectante, y sentí eso, que fue indiferente. Con el tiempo comprendí que era una de las muchas estrategias que emplean las mujeres cuando alguien les interesa. Porque yo le interesé, supe después.

Fuimos amigos. Yo la visitaba con frecuencia en su trabajo. Teníamos mucha afinidad. ¿Aprendí? a soportar su manía imparable de hablar, su obsesión con Axel, el cantante.

Por esa época, a fin de año, yo empezaba a buscar trabajo por primera vez; su tío es un empresario importante y no perdí oportunidad de hacerle llegar mi CV. En Diciembre me llamaron y tuve mi primer trabajo en un negocio, como vendedor.

Trabajamos un tiempo juntos. Eran muchas horas, y nos cruzábamos continuamente. Nos decíamos cosas, cosas lindas que ya no recuerdo, nos tocábamos las manos, ese tipo de cosas hacíamos. Yo me hice la cabeza. Y me enamoré.

Antes de dejar el trabajo me enteré que tenía novio. Fue raro. No lo creí de entrada. Hacía ya un año que nos conocíamos y hablábamos de todo, y nunca tocó el tema. Le pregunté, pero me evadió groseramente. Hasta que la arrinconé y no me dijo que sí, pero de ninguna forma lo negó. Que tonto, me dije. Que tonta, pensé.

Pero me había enamorado. Y como regalo del cielo ella se estaba separando.

Un día antes de empezar las clases ahora en Historia me le declaré. Simplemente le dije que ya no podíamos ser amigos, porque mis sentimientos no eran de ese tipo. Ella me preguntó qué iba a ser de nosotros: “lo que quieras”, le dije, “pero amigos no”. Se contentó con que nos siguiéramos viendo. Ella me dijo que me quería, pero que no me quería perder ahora que esto me pasaba a mí (chicas: eso no se hace).

Desde este punto en adelante la historia se empieza a complicar. Todo fue muy largo. Ella nunca se sacó de la cabeza al ex.

Me enteré cosas feas, sórdidas y violentas que no esperaba, y decidí cortar por lo sano. Yo estaba hasta la médula de metido en una relación que sólo yo me había armado. Un día me di cuenta de lo difícil que era todo, de cuánto había sufrido. En aquella oportunidad, un día lloré tanto que sentí un dolor extraño, fuera del cuerpo. Sentí que me dolía el alma, un lugar que estaba por encima de mi cabeza, fuera del cuerpo. No importa dónde, la cuestión era que se trataba de la primera vez que me rompían el corazón; fue duelo del que a veces pienso que no me he recuperado por completo.

Días más tarde le dije que no quería saber nada con ella. Giselle se enojó mucho, lloró, tuvo una crisis, su madre me pidió auxilio, me dijo que lo pensara, que ella ahora sí quería ser mi novia (todo muy bizarro). No hubo caso. Estaba muy dolido. En aquella época también juré no volver a enamorarme de una mujer, un gran oportunismo que me sirvió hasta el día de hoy.

Un tiempo después nos vimos nuevamente. Se lo pedí yo. Supuse que deberíamos saldar algunas cuentas, devolvernos algunas cosas, decirnos algo más. Quizás podíamos ser amigos. En algún lugar me engañé, y pensé que podíamos volver a intentarlo. Por suerte existió esa última vez, en la que supe del error de haber querido tener algo con ella: ese día descubrí a una persona distinta, a la auténtica Giselle descubrí, y me culpé por haberme insultado tan bajamente. Nunca más hablamos. Un par de veces la crucé en el centro, y la última ya no la saludé.

Pasaron años y no supe nada de ella. Hasta la olvidé. Llegué a recordarla vagamente con cierto afecto, por pertenecer a aquellos años cruciales de mi vida, de mi historia.

Y hace poco me agregó al Facebook. Hoy, finalmente me decidí y acepté su solicitud. No pude resistirme a curiosear entre sus pocas fotos. Esta cambiada, muy gorda, algo infantil. Y tiene un hijo. Una hija, para ser más exacto. No había muchas más fotos.

Parecía increíble. Olvidé que estoy en la edad en la que mis pares tienen hijos, y eso es ya común. Algunos tienen hasta más de uno y son menores que yo. Cosa a la que no puedo adaptarme, que no me deja de sorprender, que no me deja de entristecer. Un hijo, mi mayor pesadilla. Y Giselle tiene uno, y a mi me cayó como un balde de agua fría.

martes, 13 de octubre de 2009

Con respeto

Hoy un gay me contó su fantasía sexual del último fin de semana. Debería empezar a admitir que mi morbo no tiene límites; todas las semanas le pregunto lo mismo.
Me dijo que se imagino estando con un rugbier inglés (imaginen el cuerpo de un rugbier), de pelo rubio y bello algo menos claro, mucho bello. Sentado en una esquina de la habitación, el novio del gay de la fantasía, filmando. Raro.
Me relató por lo menos cinco poses algo violentas. No me contuve y le dije que ese relato parecía el de una violación, sin poder incluir la escena del novio filmando en mi cabeza.
-Puede ser-, me dice.
Reí con ganas, y seguí insistiendo:
-¿Y te tiraba del pelo?
¡Ah no!-, me dice. –Me violó, sí, pero con respeto.

viernes, 9 de octubre de 2009

Preguntas

Hace mucho mucho mucho, alguien muy especial de quien no tengo noticias desde hace mucho más, me mandó este mail en cadena con la siguiente consigna:

A ver cuántos responden.
Esto es lo que se supone que debés hacer: por favor no seas bruto y no arruines la diversión.
Dale a reenviar, borra mi nombre del asunto y poné el tuyo.
Cambia todas las respuestas por tus propias respuestas, luego envialo a toda la gente de tu lista de contactos, INCLUYENDO a la persona que te lo envió.
Poné tu nombre en Asunto.
La teoría dice que aprenderás muchas cosas sobre tus amigos y ellos sobre ti.
Es fácil y entretenido.

Nunca se lo respondí, pobre. Pero me gustó mucho. Lo respondo hoy acá.

Nombre: Gustavo Ezequiel Diaz
¿Por qué te pusieron ese nombre? Quien despertó el sentimiento paternal en mi papá fue un tal Gustavo.
¿Le pides deseos a las estrellas? ¡No! ¿A las estrellas?
¿La última vez que lloraste? Hace como un mes, en la cama de Gabo, pensando en Thelma y Luis.
¿Pan con qué? Con mermelada de higo.
¿Te gustan los animales? Gustarme… sí.
¿Cuántos hijos tenés? (escalofríos).
¿Colaboras con alguna ONG? No.
¿Si fueras otra persona ¿serías tu amigo? ¡NO!
¿Tenés un diario de vida? Tengo
¿Sos sarcástico? No; más irónico
¿Saltarías un puentin?
¿Cuál es tu cereal preferido? La avena. Se sorprenderían de todo lo que hago con ella.
¿Te desatás los zapatos antes de sacártelos? Sí, son caritos para sacarlos de otra manera.
¿Creés que sos fuerte? En alguna parte hay que creer eso, si no es difícil hasta respirar.
¿Tu helado preferido? Vainilla.
¿Cuánto calzas? 41.
¿Rojo o rosado? Jejeje.
¿Qué es lo que menos te gusta de vos? Algo en mi cara no me convence.
¿A quién extrañas mucho? A mi otro yo.
¿Qué color de pantalón y zapatos tenés puesto? Zapatillas deportivas negras, pantalón deportivo azul; listo para hacer futing.
¿Lo último que comiste hoy? Maní tostado.
¿Qué estás escuchando ahora? Jajajajajja, no lo armé, ¡lo juro por dios! Estoy escuchando Corazón con augeritos de Chiquitas… si tu corazón tiene augeritos…
¿La ultima persona con la que hablaste por teléfono? Mi amorsito.
¿Tu trago favorito? NO BEBO!




Por ahí uno dulce…
¿Deporte favorito para ver por TV? Tenis ¿favorito?
¿Comida favorita? Tamales, tamales ¡TAMALES!... y cualquier comida de campo.
¿Final triste o final feliz? Triste, ¡por favor!
¿Tenés mascotas? Sí, a Alexadre, mi pez.
¿Día favorito del año? Cualquier expectativa hace que sea el peor.
¿Besos o abrazos? “ABAZOOO’s”
¿Sos una persona alegre? Desde hace un tiempo sí.
¿Qué libro estás leyendo? Uno que tiene en el título la palabra Tokio, un policial del Séptimo Círculo.
¿Color favorito? Últimamente… cualquiera vivo. Sí, estoy alegrón.
¿Qué viste anoche en la tele? No miro tele de noche.
¿Rolling Stone o The Beatles? Los ingleses.
¿Dónde es lo más lejos que has estado de tu casa? Santiago del Estero. Y la cama de un extraño.
Fecha de nacimiento: julio de 1986.
Lugar de nacimiento: mi bella ciudad.
¿Signo del zodíaco? Cáncer
¿Estado civil? Tengo 23 años, ¿es eso lo que se pregunta?
¿Color de ojos? Comunes
¿Color de pelo? Castaño oscuro oscuro.
¿Estatura? Perfecta. Me hubiese gustado ser petisón
¿Profesión? Escritor
¿Un amigo?
¿Un auto? Uno que tenga ruedas. Y que sea conducido por otro, preferentemente.
¿Un animal? ¡Un pez!
¿Época en la que te gustaría vivir? En la adultez plena.
¿Idiomas? Español, un muy básico inglés, un más rudimentario italiano, y un perfecto y lírico Zeta Reticuli: jgh,ds.mng.ksdh para todos esta noche.
¿Un programa de TV? “678”
¿Un dibujo animado? Los Simpsons
¿Una película? WILDE (¿la vemos juntos?)
¿Una flor? ¿Una?
¿Una planta? El fiel malvón, jamás me defraudó.
¿Una fruta? Cayote, en almíbar.
¿Tenés algún pircing o tatoo? Tengo.
¿Un lugar de vacaciones? Nunca me tomé vacaciones.
¿Un postre? El helado.
¿Una revista? Cualquiera de interés (o donde escriba Feinmann).
¿Un diario? Página|12 y Crítica de la Argentina (o cualquiera donde escriba Feinmann).
¿El hombre más lindo? ¡No sé como se llama! Es modelo, rubio, novio de una de las Leonas (hokey femenino) y meses menor que yo. Dios, es muy lindo, y hace poco lo vi en una publicidad de ropa interior. Los slips le quedan muy bien, pero después de eso se me fue las ganas de seguir pensándolo. Fuera de eso… un compañerito de clases, jeje, y mi novio, claro.
¿La mujer más linda? Puff, que difícil. Últimamente veo muy linda a Claudia Schiffer, aunque amé a Uma Thurman en la nueva propaganda de Givenchy (la de las piernas cruzadas).
¿Un boliche? Déjenme ir a más de dos en el período de un mismo año y acepto responder.
¿Fuiste a algún recital? No recuerdo
¿Un amigo a través de la web? (¿pensará algo similar él de mi?) Alberto.
¿Una amiga a través de la red? Si hay mujeres en la web no me di cuenta.
Nombra a tus mejores amigos: no no no.
Nombra a tus mejores amigas: no no ¡no!
¿Cábala? La que tenga a mano y haya pasado la prueba.
¿Un papelón? He pasado tantos que estoy acostumbrado. Y lo mejor es que cuando ocurren sólo yo me doy cuenta, me muerdo la lengua, me hago el boludo y nadie se dio por enterado.
¿Un perfume? El que me regalen.
¿Tiempo libre? Mmm, no.
¿Marca de cigarrillos? Philiph (muy eventual).
¿Peor defecto de una persona? Tantos… que no cuide su higiene personal, por ejemplo.
¿Mayor virtud en una persona? La sinceridad sin asco ni piedad. Pero con tacto.
¿Lo más lindo de la vida? Las flores; la amistad; una perra callejera en su refugio amamantando gordos cachorros; el amor; la literatura. Yo.
¿El día más feliz? Falta poco.
¿El día más triste? El duelo de haber perdido mi inocencia.
¿Un buen recuerdo? Las cenas cuando estaba Rubén.
¿Qué te hace llorar? Yo me hago llorar.
¿Qué te hace reír? La estupidez, mi perversión, mi adolescencia tardía, lo peor de mi, la rabia (me sucedió sólo una vez), un buen chiste. La inocencia pura también.
¿Qué te sensibiliza? La gente pobre.
¿Qué no perdonarías nunca? Buena pregunta. En general nada. Depende de la persona. Si la quiero mucho no la perdono.
¿La peor palabra? No la escuché.
¿Un miedo? Que suceda lo peor. Y que suceda rápido.
¿La mayor desilusión? Haber creido.
¿Un sueño cumplido? La victoria socialista de Santa Fé (jejeje).
¿Una frustración? Gran parte de mi vida hasta hoy.
¿El dinero? Vil material.
¿Una meta corta? ¡Bajar de peso!
¿Larga? No me detengo a pensar en eso.
¿Un amor imposible? Van tres.
¿Tenes novi@? Sip.
¿Tu gran amor? ¿De qué hablamos exactamente?
¿A quién odias? No estaría escribiendo esto si odiara. No sería yo si odiara.
¿Un número? El 7.
¿Una letra? La número 7. Tantas coincidencias…
¿Un día? ¿De la semana?
¿Sos feliz? ¡Obvio que no!
¿Cómo te sentís? Lleno, comí mucho.
¿Te duele algo? No.
¿Amás a alguien? Y sí…
¿Extrañas a alguien? Me extraño a mi sobre todo.
¿Tenés todo planeado? En absoluto.
¿A quién le darías un beso si l@ tubieras al lado tuyo? A Gabolín, se me va esta noche.
¿Los ojos de...? De alguien que los tenga violeta.
¿Un regalo hecho por vos? Una carta. Podría haber estado mejor, pero era original.
¿Alguien a quien le debes mucho? A algunos familiares, a otros maestros también.
¿Seven o Sprite? La de Coca.
¿Tom o Jerry? No. El ratón puede ser…
¿Tenés buen humor? No, yo sé que no.
¿Te emborrachaste alguna vez? Cuando salí del armario el piso estaba inundado de Gancia; yo pisé solo los limones, pero me resbalé con un hielo bendito. No recuerdo más.
¿Canción que te hace llorar? Se llama Marta
¿Cantidad de velas que aparecieron en tu último pastel? Jajajaja, una sola, ¡la de Yésica!
¿Amaste a alguien tanto como para llorar? Creo que no. Sí me obsesioné, y eso fue más húmedo.
¿Celoso? Patológicamente no.
¿Café o té? Depende. Si las próximas horas las pasaré cerca de un baño, café.
¿Sábanas lisas o con animalitos? ¿Qué animalitos?
¿Qué cambiarias de tu vida? El color de mi pelo, mi posición social, mi poder de autodisciplina.
¿Qué es lo primero que mirás a un/a chic@? Depende (porque si tiene un cuerno en el costado de la cabeza no le miro las manos). Si es nene la cola, si es nena la cola también, pero de diferente manera (mi comportamiento está relacionado a la teoría de la escasez).
¿Las tormentas te gustan o te asustan? Las amo.
¿Sos ordenado? Depende como venga de ánimo.
¿Mar o montaña? Creo que mar, cuando montaña te cuento.
¿Creés en lo sobrenatural? No creo en lo no-sobrenatural.
¿Hay alguien enamorado de vos? No sé.
¿Sos muy criticón? Muy me queda chico.
¿Tenés paciencia? Tengo. Por qué, cuánta querés.
¿Has mentido? Creo que sí.

martes, 6 de octubre de 2009

Maditos todos (y no se salva nadie)

No voy a dar nombres, No voy a dar ejemplos. Bueno, sólo uno.
Hoy estuve hablando con un chico por chat. Hacía mil que no entraba a la sala a "conocer" gente. Y lo hice porque tenía ganas, muy adentro mío las tenía. Sólo quería charlar con alguien interesante, que me escuche y que me hable de igual manera. ¿Es muy difícil lo que pido?
Perdí mucho tiempo tratando de encontrar a alguien. Y nada. Una pelotuda que se parecía a esa chica de la que me había enamorado hace mucho. Esta chica (la de hoy) me había ilusionado. Más cuando me dijo que tenía 28 años y que tampoco encontraba lo que buscaba. Realmente me ilusioné. Terminé por creer que era apenas una adolescente.
Ya me estaba por ir cuando me habló un chico. Quería mi mail para chatear. No me gusta cuando las conversaciones comienzan así. Lo increpé con cosas como: “no le doy mi mail a cualquiera...”; “para qué lo querés...”; “sucede que no hablo de cualquier cosa, entendés?”. El pibe se bancó la mala onda y estuvimos hablando un rato largo. No me habló más, y realmente decepcionado le dije chau. Me respondió el saludo y me tiró su mail, que lo agregara si quería, me dijo. Y sí, lo agregué. Le dije mi verdadero nombre y muchas cosas más. La conversación se fue al mismísimo diablo, en el buen sentido. Todo muy agradable, hablando de la vida, nunca de sexo y nada de esas cosas.
Me pidió una foto. Se la mostré. Nos quedamos callados. Intentamos seguir, pero esta vez yo también le pedí una. Más silencio. No era feo, pero no me gustaba. No había problema, yo quería hablar, nada más.
Intentamos. Pudimos. Volvimos a hablar casi como antes, de esto, de aquello. No quería mencionarlo, pues esto dificulta la conversación por parte del otro. No me quedó mucha alternativa y le dije, que estaba de novio. Silencio. Algunas palabras más. Hasta que me dijo “Que tengas suerte”. ¿Así se despide a alguien con quien se volverá a hablar al día siguiente? No, pero no me tenía que decir tampoco que se iba a bañar (que fue lo que dijo). Que me diga de una: “Pibe, me cagaste, buscaba a alguien que este listo para ponerla, no que tenga rollos”, o simplemente que no me diga que tenga suerte, eso es como decir Adio en italiano, es una irreverencia.
Son estos momentos los que me ponen mal. Tan mal como hace dos años sentía con frecuencia. Recuerdo que era un estado poderosamente fértil, para escribir, para pensar, pero no tenía muy en claro lo mucho que me destrozaba.
Yo solo quería hablar. No le quería meter cuernos a Gabriel. Quería conocer a alguien. Porque ya estoy empezando a sentirme mal con esto de no hablar con nadie, o ponerme muy nervioso cuando alguien se me acerca. Antes decía ser el típico alumno que podría llevar una bomba en su mochila. Pues eso dejó de ser un chiste. No es que quiera llevar una bomba -por muy anarquista que me esté volviendo-; la bomba la llevo todos los días, adentro, explotando a cada instante.


sábado, 26 de septiembre de 2009

A ver, a ver, quién quiere ser como Don Carlos?


¡Grande don Carlos! Obvio, sí, esta bien igual, el auto viejo no más... más no nos merecemos, nosotros somos los hijos, sus hijos, papito. Es mucha suerte la suya, don Carlos, quién pudiera haber mandado tantas boletas... quién pudiera haber conseguido tantas, solo usted don Carlos, que tiene plata, tanta plata tiene, ¡sí!, la nuestra para conseguirlas; obvio, sí, el tiempo que nosotros no tenemos también lo tiene usted, porque nosotros trabajamos, usted disfruta. ¡Grande don Carlos!

Se me ocurre pensar... Me huele a spot doblemente intencionado. Primero Totu bom, tuto legal: don Carlos, tremendo hdp, pone en blanco a los muchachos, y no rinde cuentas por su pasado. Ahora que estamos enojados, a don Carlos le va bien, mejor que bien, y nos enojamos más. Pero las cosas en general también andan bien, ¿no? Hasta nos podemos ganar un auto, o ganar en un sorteo por uno viejo. Todos ganamos.

martes, 15 de septiembre de 2009

Mi video de septiembre

Bésame

Bésame, fuera del desafío
De noche, al lado del verde, verde césped
Gira, gira, gira el paso giratorio
Tu usas esos zapatos y yo usaré ese vestido
Oh, bésame bajo el crepúsculo lácteo
Llévame
Afuera en el suelo con luz de luna
Levanta tu mano abierta
Enciende la cinta y haz bailar a las luciérnagas
Brillo de la luna plateada
Pues bésame
Bésame bajo el árbol quebrado de la casa
Méceme en ese neumático colgante
Trae, trae, trae tu sombrero floreado
Tomaremos el sendero marcado en el mapa de tu padre
Pues bésame
Pues bésame...


martes, 25 de agosto de 2009

¿Alguna vez les hablé de la mierda que tengo por hermano?
Nuestra relación nunca fue fácil. Y juro por dios que en estos últimos tiempos (desde que le planteé a mi familia que soy gay) puse buena voluntad, a pedido explicito y lastimero de mi madre. Sin querer yo dije que sí, y cumplí con mi parte. Pero Lucas es de esos seres que se resisten a la evolución. O de los que consideran que el mundo esta injustamente contra ellos, y lo único que les queda es la rebeldía como arma. O...
La verdad me resisto a creer que sea idiota adrede. Pero cada vez que más lo pienso, más retorcida se vuelve mi teoría sobre su accionar. A veces siento que lo odio. Como ahora.
Últimamente ha estado bajando tantas pavadas y películas porno (tengo miedo de abrir la lectora de dvd y encontrarme con una mujer desnuda recostada en la bandeja), que la computadora no da para más. Tuve que llamar a un amigo, mentirle para que viniera a prestarme una mano (porque si no el guacho no venía), y me dijo que la solución era recetear. Es así que como hormiga estoy haciendo trabajo de archivero en apuros, trasladando todo lo que puedo en dispositivos insuficientes, a la compu de Gabo, que, gentil él, me prestó. Como ya no tengo en que más llevar tanto archivo (y comprar 50 dvd's no me hace gracia), le pedí a mi hermano prestada la memoria de su cámara digital. Como soy medio hueco y necesito ayuda, le dije que no entendía y que me ayudara a poner la memoria en la computadora. El super imbécil me contestó, y de muy muy mal modo: ESPERÁ. Y SI NO SABÉS USARLA NO LA TOQUES.
...Hasta me siento culpable. Juro por dios que hice todo el esfuerzo posible por llevarme bien con él. Pero yo no tengo la culpa de que su vida sea mundialmente infelíz. Yo no soy culpable de sus desgracias y desventuras. Si la naturaleza y la sociedad me trataron y me tratan mejor, yo, de eso no tengo culpa.

Hermano, probablemente nunca leas estas líneas, pero estaría bueno que sepas que yo te quiero (dios, por fin lo dije), a pesar de ser la única persona que me causó tanto dolor en la vida.

miércoles, 5 de agosto de 2009

Pero hoy seguro no...

Hoy... el descargo y la vergüenza. Estoy cansado de siempre decir: "es ahora o nunca".

sábado, 25 de julio de 2009

De la emoción al odio, y de este al amor

Este es un día especial. Hay una canción de Shakira que se llama así, pero es de esperanza o de algo parecido. Nada que ver con el día de hoy, el mio: ¡dios gracias que ya termina!
En realidad no es el resumen de una vida de mierda. Porque no tengo una vida de mierda, y salvando algunas cotidianeidades el día fue común. Hoy fui a la librería, y aunque pude almorzar en casa, sacié mi hambre de perros con algunas gentilezas de mis compañeras (Nota: Pau, voy a intentar la receta de las galletitas de avena, son bárbaras). La vi a Conny, como todos los días, y como nunca la pasamos bien juntos: yo riéndome ahogadamente de su desespero al ver el mar de incunables que es el depósito; ella aliviada (engañada) de ver ese depósito más ordenado que ayer.
Salí de casa un poco más temprano. El frío era indecible. Pasé por lo de Gabo, que me iba a prestar un traje de militar para la fiesta de disfraces de esta noche.
Fue mi última opción, la de militar. Yo quería de marinero, o bombero, o colegial, o enfermero... opciones todas en donde mi camisa/remera no tendría mangas. Re lindo iba a quedar. Pero hace mucho frío para andar mostrándose por ahí, además que el día en que íbamos a alquilar trajes había tormenta. Militar fue la opción.
La bolsa que me dio Gabo era pesadísima, pero yo estaba re contento para decir mú.
Pasé el largo día, y con todo acuestas volví al hogar. Ya casi experimentaba la emoción. Los chicos me esperaban en lo de Yamila. En casa saque todo, porque había que plancharlo (sí, así me lo dio Gabo, :S). Y que desilusión al ver que lo que tendría que ser camisa-pantalón-botas...era botas-camisa-camisa.
Creo que llegué a odiar a mi novio. Mentira. Si fuera cualquiera seguro lo estaría odiando. Me enojé mucho pero ahora estoy mejor. Y aunque no dejo de pensar que es un irresponsable y que me arruinó mi primer fiesta de disfraces (y el cumple de mi mejor amiga: Sonia perdoname), acabo de caer en la cuenta de que lo mucho que lo quiero es poco en comparación de lo que realmente siento. Lejos de pensar cagarlo bien a pedo, solo espero verlo y retarlo como a los dos nos gusta hablar, pedirle que no me lo vuelva a hacer, y advertirle que cuando vivamos juntos SERÁ más ordenado. Más te vale pendejo de mierrrrrrrrrrr.
PD: Chicos, perdonen, pero sin traje no iba (me lo advirtió Yamila), y con cara de orto no me sacaba las fotos que tenía planeadas, con la mano derecha en señal de saludo en la cabeza, y la derecha apoyada en la cintura.
PD2: El de la foto sería yo, un poquito quemado, yendo a lo de Yamila.

miércoles, 22 de julio de 2009

Pues...

Se sabe. El colmo de excitación en las mujeres llega y se esfuma como en una pendiente que toma la figura de una curva. El hombre, en cambio, se ve representado por un pico, en donde el ascenso y descenso es igual de apresurado. Toda regla tiene excepción. Y variante.
Gustavo: Creo que mi climax lo puedo representar con el pico. ¿Vos?
Gabo: Y... con una curva “picosa”.

lunes, 18 de mayo de 2009

Creo que me he enamorado

Me gustaría saber qué es lo que están pensando en este momento a partir de la sola lectura del título del este post. Y que pensarían ahora, si les dijera que no hablo de Gabo, mi novio. Que pensarán ahora si les adelanto algo más de lo que voy a contar abajo: la historia viene a cuento de haber visto a Leandro, mi (único) amigo gay, que me llevó a su departamento, en un piso 18, con vista de Mar del Plata toda, y que estuvimos casi solos, hablando...

Pues esto es verdad, a excepción de la vista de toda la ciudad. Apenas se ve la playa y un poquito del mar... pero bien a lo lejos pude ver muchos árboles, que conjeturo serán del bosque Peralta Ramos. No me animé a espiar por las ventanas del baño ni del lavadero, que daban a otra dirección que la del living.

La cosa es que sí, me enamoré. Después de no saber nada de él, un día me dijo que se había mudado.

Leandro tiene 24, cree que tiene muchos más (es de esos que son tan maduros que se pasan, como las manzanas), es profesor de Geografía desde hace dos años (sorprendente, ¿verdad?), y muy exitoso. En todos sentidos: le va muy bien en su trabajo, con su familia, en su vida social. Miento, en todos los sentidos, no; hace tiempo que su corazón no tiene dueño (¿lo tendrá ahora con esta nueva persona de la que me habló?), y es algo que no lo incomoda en demasía, pues dice estar pasando por su mejor momento. Yo le dije que se sentía ocupado, con su cabeza puesta en un montón de lugares, que no tenía tiempo para pensar en aquello que le faltaba, y que no se engañara. Me dijo que podía ser, pero tampoco lo vi muy convencido. En fin; parece que es feliz.

Entre otras cosas, me contó que estaba alquilando un departamento con una amiga, que estaba contento, que lo fuera a visitar. Y fui. Como me conozco toda Mar del Plata (...), confundí la calle que me indicó con otra que no empezaba ni con la misma letra (“¿dónde mier%a queda? ¿No me digas que vive en el banco...? ¿Será que vive en los departamentos de arriba del banco? Que pelot%do que soy, son oficinas...”). Algo agobiado llegué a destino, y dudé mucho (mucho) en averiguar en la reunión de botoncitos del portero eléctrico, cuál sería el 18 “x”. Llamé. Y me atendió. Es notorio como ese portero feminiza (de manera alevosa) la voz de mi amigo. Muchos me dijeron que “se le nota”, pero... ¿será para tanto, así como indica el portero? A veces uno elige engañarse.

Con voz de p... me empezó a hablar como si tal cosa, como si estuviéramos en un café. Yo no sabía que hacer, si responderle o preguntarle si me tenía que quedar ahí. Hasta que me dijo que lo esperara, que se acababa de bañar, que se estaba poniendo las medias (me dijo eso). Yo esperé.

Después de un rato llegó. Ahí estaba; hacía tiempo no lo veía. Estaba igual. Ahora me trataba de usted (algo que no me gusta mucho), y ya en el departamento me decía hijo: una actitud paternalista que me irrita mucho, más con quien puede ser mi hermano dos años mayor.

Pasé al hall del edificio, y subimos por ascensor. Le pregunté si no usaba la escalera... me dijo, como buen profesor, haciendo de profesor, que estábamos yendo al piso 18, que si quería subiera yo por la escalera.

Llegamos al piso, y fuimos a la puerta. Y ahí fue cuando sucedió. Me recibió con un sahumerio riquísimo, y su primera dependencia en absoluto orden. Esta casa suya (los ingleses dicen home; mi equivalente siempre es casa) estaba limpia, con muebles y objetos en perfecto orden y cantidad. El ventanal que daba vida a ese living era enorme, y juro por dios que nunca vi un lugar tan iluminado. Si bien es verdad que no frecuento muchos departamentos, y que sería ingrato con la casa de mis padres, esto era especial. Imaginen el pecado de Leandro de tener la persiana de su habitación baja; imaginen la cocina, un rectángulo iluminado de lado a lado por el sol de la tarde. Quizás las ganas, el deseo que llevó desde tiempo de independizarme, hicieron que por días no dejara de pensar en Leandro, en su departamento, del que me he enamorado. Ya no tiene importancia que les cuente de esa amiga a la que dice “mi señora” (ella le dice “marido”), ni de su relación casi melosa (yo les dije que parecían recién enamorados), ni de sus royos y enrollos nuevos. No tiene sentido que ahora les hable del particular Leandro, que nunca leerá este blog, de su particular vida, de su particular sex appeal con los hombres lindo, de su particular gusto de hombres feos. Yo, por mi parte, estoy embobado, obsesionado con su departamento. Y con ganas de irme a vivir en uno igualito.

sábado, 9 de mayo de 2009

Post de lectura

Advertencia: me desubiqué, y escribí más de lo que debía. Les prometo aburrirlos. Advertidos.

Este post iba a hablar de otra cosa, de mi obsesión por los libros. Porque me encanta leer, pero más me gusta tener libros. Compro muchos, más de los que puedo "usar", o simplemente pido que me los regalen, solo para tenerlos. Pienso, engañándome, que la oportunidad de poseerlos es única e irrepetible, y sucumbo a la tentación. Debo estar cerca de los 150, todos en mi habitación, de los cuales no llegué a leer ni la mitad. Es una compulsión detestable, que tiene la virtud de dejarme en el camino (mi biblioteca) sus secuelas: los libros (verán que tampoco me quejo demasiado). En fin, la idea primaria de este post era otra. La había pensado ayer, a la noche. Para hoy, más exactamente, para cuando me senté a escribir y copiar la cambié. Cuento un poquito.

Ayer fui a la facu. La clase empezaba a las 8. Me levanté a las 7.45. Gracias a dios me llevaba mi padre. Llegué bien, aunque dormido y con tal humor... en el apuro no pude ni comer una galletita.

A las 10 am la clase se extendía, y yo no daba para más. Todavía me aguardaban dos horas. Pero decidí irme. Fui a hacer unos trámites a la obra social y después a casita. Como el día estaba lindo me dije que sería agradable volver caminando (...ya sé que 50 cuadras son mucho, pero les juro que no las padezco tanto). Volví por otras calles, no las de siempre. A mitad de camino me crucé con el tradicional mercado de pulgas, que se monta en una plaza, territorio de lesbianas, todo al aire libre. El mercado a esa hora de la mañana era más pobre de lo que suele ser el mercado mismo. Pero como hacía tiempo que no chusmeaba me metí igual. Me fui directo a los libros. Eran pocos, y había mucha porquería. Ya terminando, entre la ganga encontré uno medio feo... no debía estar así; menos si se trataba de La crítica de las armas, de José Pablo Feinmann. A quien adoro. ¿Que quién es? Bueno, no todos deben saberlo: polémico siempre, JPF es filósofo, escritor, ensayista. Sus ensayos son filosóficos, y como filósofo es buen escritor... Suena bien, ¿no? Igual no es lo que quiero decir: JPF es muy buen filósofo, y un gran ensayista. Me encanta leer sus textos sobre filosofía y ensayos. Aún así más me gustan sus cuentos y novelas. De él solo tengo 8 libros (no leí todos), y colecciono unos cursos de filosofía política que aparecen en Página/12 todos los domingos, desde hace año y medio.

A JPF se lo odia o se lo ama. Yo elijo amarlo. No estoy de acuerdo con todo lo que dice y opina (como por ejemplo sus críticas ciegas a pícaro del vice Cobos), pero sí con la gran mayoría. En fin. Entre mis ocho libros, ninguno era el que ahora estaba esperando mi rescate. Se trata de una edición del diario que ya mencioné, barata, algo mala y de baja calidad, que ya tenía 2 años. Pregunté el precio: $10, el mismo de un libro nuevo que pueda sacar el diario hoy. Aún así, sabiendo como aumentaron las cosas desde el '07, esa edición estaba barata. Y no lo pensé dos veces. Me lo llevé. Viajamos todo el camino juntos; no lo guardé en mi mochila, lo llevé en mi mano, como un trofeo que debía ser exhibido. Esa misma tarde lo empecé. Dejé de lado mis apuntes, mi otro libro empezado, Escritos imprudentes (también de JPF). Y me sorprendió. Ya estoy por la mitad, lo que significa que me atrapó. No lo voy a negar: escriba lo que escriba, él lo hace bien.

Crítica de las armas trata de un hombre, Pablo Epstein, que tiene a su madre en un Geriátrico, a la que va a visitar en el Día de la Madre. Su relación con ella es dura. Su vida y su forma de pensar también lo es. El libro es un monólogo que tiene con ella, la madre, a la que decide matar. Debería escribir este post al terminar de leer el libro, pero no me resisto. No sé si la matará como se mata un insecto, o la matará en otro sentido. Hacia ese final me precipito. Y juro no se los voy a contar. Lo que si puedo es darles unos pasajes que ya amo, sencillamente geniales. (Dios, este post ya se ha ido al mismísimo demonio. Si alguien lo lee todo, sinceramente, que firme y ponga “Yo sí lo leí”). Solo una cosa antes de seguir: Juan escribe en 2001, y habla del proceso del '70 en adelante.

1976. A Pablo Epstein le extirparon un cáncer testicular. Ahora debe someterse a rayos, aunque al principio se niegue porque le han dicho que su tumor era benigno. Maravillosa metáfora de la justificación de la derecha golpista en el -futuro- exterminio de la guerrilla en Tucumán (al menos lo que interpreto) (pp. 24-25):

Señor Epstein, no soy nazi. No me gustan los judíos, pero eso no tiene nada que ver con mi eficacia curativa, y es mi eficacia curativa la que usted requiere, no mi amor o mi odio por la raza de los perseguidos. Vea, si alguien le vendió esa piadosa versión del tumor benigno, la culpa no es mía. Un tumor está compuesto por células. Ahora bien, escúcheme, yo no le vi la cara a sus células. No sé si tenían bigote, barba, si tenían patillas o eran calvas. Sé que habían tenido un crecimiento anormal, y eso me lleva a desconfiar de ellas. No eran buenas células, señor Epstein. Las buenas células no crecen anormalmente, todo lo que en un cuerpo es anormal tiene que ver con la enfermedad, y la enfermedad, siempre, tiene que ver con la muerte, de aquí que tengamos que atacarla sin piedad, con todos los elementos que tengamos. Yo tengo los rayos, las radiaciones. Tengo las radiaciones y tengo su cuerpo y tengo, también, algo más, una misión, un deber: impedir que alguna de esas células que habitaron su tumor quede con vida, se escape, se fugue y se instale en otro lado, eso, señor Epstein, se llama metástasis, y las células de un tumor de testículo tienen el mal hábito, la pésima costumbre de fugarse hacia el pulmón, y cuando eso ocurre, señor Epstein, cuando un tumor de testículo hace metástasis en el pulmón ya no hay radiaciones que lo salven a uno, y uno, aquí, es usted, no yo, por eso soy yo el que lo va a agredir, el que va a agredir su cuerpo con todas las radiaciones que éste pueda tolerar, porque, mi amigo, cuantos más rayos menos células, cuanto menos células menos riesgos, de modo, señor mío, que me propongo, sencillamente, cocinarlo, calcinarlo, achicharrarlo, pero salvarle la vida, porque si una, una sola de esas células se nos escapa, se nos fuga, usted se muere, y ya no va a gastar plata en las radiaciones del doctor Di Rizzio, sino en su velatorio y en su entierro, no le dé vuelta la cara a la desgracia, tiene un testículo menos y eso ya es terrible, pero además tiene posibles células enfermas navegando por sus arterias, y yo vengo a matárselas, y yo le voy a dar radiaciones durante seis meses y dos días, una por día, una cada día, sesenta y cuatro radiaciones, señor Epstein, y usted se va a poner flaco y pálido y va a vomitar mucho, no en seguida, pero a la décima sesión de rayos va a vomitar, aunque ahora piense yo no, yo no voy a vomitar, a mi eso no me puede ocurrir, señor Epstein, tampoco le iba a ocurrir tener un tumor en un testículo, ¿recuerda?, vivimos negando las cosas que nos pueden ocurrir, pero, al final, nos ocurren, de modo que olvídese: va a vomitar, y va a comer muchas manzanas, y va a tomar Reliveran y Dramamine, y algo lo van a mejorar, pero no mucho, y después, un buen día, ya no va a vomitar más, y otro buen día se habrán terminado las radiaciones, y todos los meses, o no, no todos los meses sino cada quince días, se me va a hacer un chequeo completo, sangre y sobre todo placa de tórax, Epstein, porque si algo aparece aparecerá ahí, donde le dije, en el pulmón, pero si no aparece, si atravesamos este año de 1976 y nada aparece, le juro, y esto sí se lo juro, es medicina verdad, créame, si nada aparece y llegamos a marzo de 1977, ahí, señor Epstein, brindaremos con champagne, porque usted se habrá salvado, habrá atravesado este año terrible, habrá vencido las estadísticas del miedo, ésas que dicen que usted, usted amigo Epstein, tiene un 90% de posibilidades de curación y un 10% de posibilidades de no curación, es decir, seré, como siempre, franco, de morirse, pero un 90% es mucho y un 10% es poco, de modo que, confiemos, amigo Epstein, todo irá bien, ninguna célula fugitiva se nos figará, sus pulmones llegarán intactos a marzo del año que viene y ahí, insisto, ahí, usted y yo, vamos a brindar con champagne, ¿estamos?

Otra. Pablo tenía una tía que cambiaba de marido todos los años. Todas las Navidades Pablo tenía “tío nuevo”. Dice Pablo, no es bueno escribiendo poemas pero escribió uno para su tía Rosa (pp. 88):

Tía Rosa era la más vieja y las más puta de mis tías
por lo que sabrán ustedes que todas mis tías
eran viejas y eran putas
pero menos viejas y menos putas que Tía Rosa
que les ganó a todas y trajinó tanto que se fue lejos
a descansar de esa incesante tarea que la había agobiado
la de ser tan puta, la de ser tan vieja
con que se fue y a todos dijo que a descansar y todos supieron
de qué
de haber sido tan vieja y tan puta que tenía ahora que reposar
conque se fue lejos para hacerlo sola
sin nadie que la viera ni le preguntara inconveniencias
si seguía por ejemplo siendo lo que había sido
tan vieja y tan puta
algo que no dejó de ser porque envejeció y fue más vieja
y se entreveró con todos los jóvenes y los viejos del lugar
y fue más puta y tanto insistió en ser lo que había sido
que se murió de tanto ser vieja y se fue al Infierno
de tanto ser puta.

La última. Pablo Epstein es judío por padre, católico por madre. El no quiere ser judío, no le interesa. Pero no le alcanzó la “ley de vientres” para ser católico: lleva así un apellido y a la vez no su prepucio. No es ni una cosa ni la otra. Por ser judío sin quererlo, o católico a medias, Pablo Epstein sufrió toda su vida (pp. 91-92):

A Ernesto Guevara le gustaba hablar sobre las condiciones objetivas y las condiciones subjetivas de la revolución. Apliquemos el esquema a la cuestión del judaísmo. Yo no soy judío ni católico, éstas son mis condiciones subjetivas. Soy muchas cosas, he sido muchas cosas: hegueliano, marxista, althusseriano, peronista de izquierda, arquero, hijo, padre, y hasta, a partir de los ochenta, postestructuralista. Sobre todo traté, a lo largo de mi vida, de ser un escritor y, en alguna medida, un filósofo. Son mis condiciones subjetivas. Pero me llamo Epstein, estoy circuncidado y de Auschwitz no habría salido vivo. Soy judío porque el Otro me hace judío. Soy judío porque el antisemita hace existir mi judaísmo. Son mis condiciones objetivas.

martes, 5 de mayo de 2009

Querido Alberto

Extracto del último mail a mi amigo Alberto.

"En este ir y venir de mails, detesto cuando me mueve una necesidad.

"Tengo un mail a medio terminar, desde hace más de una semana. Pero ya pasó agua bajo el puente y no tiene sentido que te cuente de qué venía.

"No sé cuál será la extensión de este. No sé si tengo apenas ganas de escribir. Voy a tratar de decirte todo lo que quiero.

"Finalmente dejé el trabajo. Había mandado la carta de renuncia tal como Conny me lo indicó. Parece que se había olvidado de lo que me dijo, pues una semana antes de irme me llamó para hablar. Me asusté. Pensé que había descubierto que me porté mal (subiendo la escalera ya armaba excusas). Por suerte no fue así. Conny se había armado todo un discurso halagüeño para pedirme que me quedara, en vez de 6 horas 8. Pero no la dejé calentar la garganta que le dije que no, (muy enfático pero amable y encantador) le dije que mi decisión ya estaba tomada, y un poco dibujando mi decir, que quería irme. Que lástima, me dijo. Porque yo había pensado que bla bla bla. Lo disfruté, eso de dejarla con las ganas, sabiendo que esta vez ella había perdido. Luego le dije que hacía apenas un día había mandado el telegrama de renuncia. Para qué. Su decepción fue mayor, al punto se sentir el aliento de la culpa en mi nuca. Me repuse rápido. Tanto como ella, que no perdió el tiempo y se apuró a decirme que me podía arrepentir (de la carta) y algo así como que si lo hacía ella estaría muy contenta. No Conny, lo lamento pero no. Ya terminando, hizo un último intento, y me preguntó porque no podía/quería seguir trabajando. Y le mentí: le dije que tenía en mente el inicio de otras actividades y demás cosas. Insistió en saber de qué se trataba. Y dije un poco la verdad, entre otras cosas que mi novio estaba enojado porque pasaba poco tiempo con él. Elegí esa respuesta en parte porque era verdad; y por otro lado porque nunca me terminó de quedar en claro si ella lo sabía (eso de ser gay). Verás, querido Alberto, que todavía me encuentro en esa etapa de “¡¡¡SÉPANLO TODOS: SI A MI NO ME JODE A USTEDES MENOS!!!

"Fin de la historia. Me quedan cosas en el tintero, pero ya será hora de abandonar el tema, en mi blog y en mis mails. Tenía planeado postear un cuento. No sé, esta por la mitad. Esta contado en primera persona por una chica que entró a trabajar el día que yo abandonaba la librería. Empezó bien (el cuento), pero no tengo ganas de seguir, y cuando es así soy capaz de inventar mil excusas. Si no lo publico, te adelanto lo que tengo hasta ahora. La idea es que me morí, para Palito, por lo pronto. Es mi forma de irme y terminar como corresponde. La idea de la muerte es muy tentadora. No concibo la vida sin la muerte, y tengo que volver a nacer para retomar las riendas de mi vida. Acá lo que tengo:

"Hola. Mi nombre es Paula, como el libro de Allende, ese tonto en sepia que me mira la nuca cuando atiendo. Entré a trabajar a la librería donde trabajaba Gustavo, el mismo día que murió.

"En el Hospital las demás chicas (aquella que se encontraba en el momento del “accidente” y otra que llegaba a esa hora) aguardaban al médico responsable. Lo llevamos en una ambulancia que esperó frente a la catedral, justo en la peatonal San Martín. Tratando de liberarse de la tensión de la espera, alguna de mis nuevas compañeras intentó un comentario pícaro que no tuvo mucho efecto: “Imaginen la cara de Conny cuando le digamos que tuvimos que pedir una ambulancia”. No entendí aquello de la ambulancia... ¡por Dios, un empleado había sufrido un accidente y ella hacía ese comentario, mientras mis compañeras asentían ausentemente! Pocos días después entendí que lo que realmente incomodó a la dueña fue lo de la ambulancia, no otra cosa.

"No llegué a conocerlo, y la verdad es que no tuve oportunidad de preguntar demasiado por él. Sólo cruzamos algunas palabras en las que nos descubrimos parecidos; fue todo muy rápido, efímero, solo 15 minutos de charla y ya habíamos intercambiado contactos.

"Estábamos incómodas, inquietas, nerviosas. No sé si fue por ese breve encuentro, pero sentía en ese momento que quien estaba en el quirófano era cualquiera menos un desconocido. Yo lo quería y estaba sufriendo por él. En el transcurso de una hora fueron llegando el señor de seguridad, que quedó encargado de cerrar el local (era lo que habíamos decidido arbitrariamente), y Ezequiel, que se encontraba en su día libre, pero se acercó igual de nervioso. Ellos eran un grupo, se conocían, se querían y se contenían. Alguien me vio sola, encerrada en mi pálido horror, y sin mucho preámbulo me incluyeron en ese grupo; sin darme cuenta alguien me abrazó, y pude al fin llorar.

"Recuerdo que me preguntó si ya me habían prevenido. Le dije, entre risas incrédulas, que solo un poco y le pregunté si era para tanto. Gustavo dejó de reír, no porque no tuviera ganas (el caos para él podía llegar a ser motivo de distensión, me dijeron, y ese día, como otros, todo era caos), sino para darle seriedad a su respuesta: Ya vas a ver, me dijo.

"[Acá me falta un párrafo que continúa al anteúltimo, porque es así: uno habla del antes, el siguiente del después, el que le sigue del antes… ¿se nota? ¿O es un mamarracho?]

"Estábamos en la cocina. Yo limpiaba el piso y él me miraba desde la puerta. Escuchamos un ruido fuerte que venía desde la planta baja. Gustavo se asustó, se preocupó, corrió por el pasillo y cayó. Una pila mal ubicada de libros fue a parar sobre su cabeza y esta golpeó con rencor el suelo."